En los diferentes procesos de la actividad ya sea del sector agrícola u otro sector, lo que no se puede medir, no puede ser mejorable. En base a esta reflexión, junto con una experiencia agrícola que poco a poco va creciendo de la mano de la tecnología, me hago eco de los beneficios de utilizar la tecnología en la agricultura consiguiendo una producción más eficiente, sostenible y la mejora de la trazabilidad. Ello requiere de una mano de obra cada vez más cualificada, con mayor competencia digital, para el manejo de herramientas agrícolas, maquinaria, dispositivos electrónicos y de robots agrícolas. Lo que va a permitir que las explotaciones sean más rentables, eficientes y respetuosas con el medio ambiente.
Con los avances tecnológicos, los agricultores ya no es necesario aplicar agua, fertilizantes y realizar tratamientos fitosanitarios de forma uniforme a lo largo y ancho de su explotación agrícola. Gracias a la información que nos puede aportar la teledetección o a través de los drones se puede monitorizar las explotaciones agrícolas. Y con el uso de programas específicos de análisis o Sistemas de Información Geográfica (SIG), se puede analizar y predecir con antelación el momento óptimo para la aplicación de las cantidades mínimas requeridas de nutrientes, agua o tratamientos fitosanitarios, así como las áreas específicas a tratar, o incluso tratar plantas o árboles individuales de manera diferente.
En general estas tecnologías están integradas por equipos (hardware), programas informáticos (software) que permiten manejar datos espaciales (información geográfica) y realizar análisis complejos con éstos por personal especializado. Por lo que el utilizar la tecnología disponible para la transformación digital no está al alcance de todas las explotaciones, requiere de un gran esfuerzo y tiempo para rentabilizar su inversión.
En mi opinión, es necesario conocer las necesidades reales de la explotación agrícola, los objetivos que queremos alcanzar con el uso de la tecnología. Y también lograr un equilibrio entre la inversión a realizar en esta materia y los resultados a corto plazo que me aporta la tecnología; con el objetivo de realizar una evolución digital paso a paso o por fases, que no comprometa la rentabilidad o viabilidad de la explotación agraria en el tiempo.